" beneficiando a la empresa y a la ciudad,
se beneficia también a los inmigrantes "
En las políticas que buscan la cohesión social hay dos grandes tendencias. Una, es la que considera que de los recursos públicos han de beneficiarse únicamente los más necesitados. La otra, sostiene que deben beneficiarse todos los ciudadanos, pero, en mayor proporción, los más necesitados. La primera siempre genera una reacción contraria de quienes no se benefician, lo que lleva, más a la corta que a la larga, al rechazo de la minoría pobre por parte de la mayoría relativamente bienestante, o sea, que quien acaba saliendo perjudicado es el más necesitado. Con la segunda tendencia, no hay conflicto, pues la mayoría constata que todos se benefician, y entiende y acepta que, por razones de equidad, se beneficien más los que menos tienen, concepto, el de equidad, ampliamente compartido y que ha venido a relevar a la antigua idea de igualdad.
El acuerdo para gestionar la diversidad alcanzado en la empresa Escorxador de Girona (Matadero de Girona) por la dirección y los sindicatos, se inscribe en la segunda tendencia. La filosofía del mismo podría definirse de la siguiente manera: para que la contratación de trabajadores inmigrantes sea beneficiosa para la empresa y para la ciudad de Salt, y no vean alteradas negativamente su capacidad productiva y su convivencia ciudadana, respectivamente, se hace necesario adoptar una serie de medidas que lo propicien. Y beneficiando a la empresa y a la ciudad, se beneficia también a los inmigrantes.
Tras constatar que la inmigración es una realidad estructural, el acuerdo es un robusto árbol con cuatro grandes ramas: no discriminación, competitividad, cohesión social y capacitación profesional. Y a cada rama sus hojas: en la contratación no debe influir el origen y las creencias; un plan empresarial de acogida para conocer nuestros códigos de conducta y de derechos; ayuda y asesoramiento para canalizar temas inmediatos como educación, sanidad o vivienda; mediación si hay conflictos; promoción de actividades culturales y deportivas; formación sobre la cuestión de los mandos intermedios de la empresa; formación lingüística y en la prevención de riesgos laborales; y flexibilización del tiempo de trabajo para facilitar viajes de urgencia al país de origen (enfermedad de familiares, por ejemplo) y para celebraciones señaladas, eso sí, recuperando después el tiempo empleado para que el cómputo de horas anuales trabajadas no disminuya.
Tan importante como el acuerdo es la disposición de la empresa, el sindicato, ayuntamiento y asociaciones ciudadanas para combinar esfuerzos aportando cada cual lo que es propio de su especialidad.
La conclusión es que esta dosis acelerada de integración permite que la empresa y la ciudad vean alterados lo menos posible sus respectivos ritmos de producción y convivencia. A la vez, el trabajador inmigrante y su familia cuentan con un trampolín para adaptarse en mejores condiciones a su entorno laboral y ciudadano, lo que les permite ser iguales que los demás. Y, como es sabido, sólo puede ejercerse la diferencia positiva desde la igualdad real, pues cuando no es así la diferencia no es más que un sinónimo de subordinación.
El acuerdo de Escorxador de Girona, demuestra que de una empresa mediana puede nacer una propuesta grande, digna de sera imitada en el resto del país.
Uno de sus últimos párrafos conviene que una vez al año se hará evaluación de la marcha del acuerdo. Esperemos que en doce meses tengamos un balance brillante del que todos podamos sentirnos orgullosos, y que otras muchas empresas hayan iniciado el mismo camino.
Carles Navales.
Director de la revista "La factoria" > lafactoriaweb.com < .
Diari de Girona, 31 de Mayo de 2008