11 June 2008

LA CRISIS NO ES FRUTO DEL AZAR

Esta crisis financiera no es el fruto del azar. No era imposible de prever, como pretenden hoy altos responsables del mundo de las finanzas y de la política. La voz de alarma ya había sido dada hace varios años, por personalidades de reconocido prestigio. La crisis supone de facto el fracaso de los mercados poco o mal regulados, y nos muestra una vez más que éstos no son capaces de autorregularse. También nos recuerda que las enormes desigualdades de rentas no dejan de crecer en nuestras sociedades y generan importantes dudas sobre nuestra capacidad de implicarnos en un diálogo creíble con las naciones en desarrollo en lo que concierne a los grandes desafíos mundiales.

Los mercados financieros se han vuelto cada vez más opacos y la identificación de quienes soportan y evalúan los riesgos se revela como un desafío titánico. El sector bancario, poco o nada regulado, no ha hecho si no crecer en el curso de los veinte últimos años. Los grandes bancos participaron en un juego de "creación y distribución" de productos financieros extremadamente complejos, y se embarcaron en la venta, bajo un embalaje bastante dudoso, de productos financieros vinculadas a préstamos inmobiliarios de alto riesgo. Regímenes de primas inadecuadas, una visión demasiado cortoplacista, y evidentes conflictos de interés fomentaron transacciones especulativas.

Los préstamos hipotecarios de baja calidad, basados en la idea irracional de que los precios de los bienes inmuebles continuarían aumentando sin cesar, permitiendo así rembolsar la deuda contraída, son sólo los síntomas de una crisis más amplia en materia de gobernanza financiera y de prácticas comerciales. Las tres agencias más grandes de valoración de riesgos en el mundo evaluaron que estos productos financieros estaban relativamente exentos de riesgo. Un banco de inversión ganó mil millones de dólares especulando a la baja con las hipotecas subprimes que fueron vendidas a sus clientes ¡Es el resumen más elocuente de la pérdida de toda ética en el mundo de los negocios!

Habíamos sido advertidos de los peligros de esta situación. Alexander Lamfalussy y el Comité de Sabios, en un informe sobre los mercados de los valores europeos en el año 2001, subrayaron la relación entre la eficacia aparente de estos mercados y el precio que hay que pagar en materia de estabilidad financiera. Pablo Volker, hace algunos años, ya había expresado su inquietud. Paul Krugman también llamo la atención sobre las amenazas generadas por el crecimiento de entidades financieras no reguladas, hace más o menos una década. En 2003, Warren Buffett llamó a los productos financieros derivados como "armas financieras de destrucción maciza".

Un informe del Banco de Inglaterra sobre la estabilidad financiera evidenció el peligroso foso existente entre los acreedores y las consecuencias de sus decisiones. El problema reside en el modelo actual de gobierno económico y de empresa, basado en una débil reglamentación, un control inadecuado y una demasiado escasa oferta de bienes públicos.

La crisis financiera es la clara demostración de que la actividad financiera es incapaz de su autorregulación. Es imperativo mejorar el control y el marco reglamentario de los bancos. También hay que ver de revisar el escenario reglamentario de los diferentes instrumentos de inversión. La utilización de instrumentos financieros (como las CDO, las obligaciones vinculadas a financieros activos diversos) debe ser reglamentada. Todas las instituciones financieras deberían, tomando como ejemplo a los bancos, mantener reservas mínimas, y su ratio de endeudamiento no puede ser ilimitado. En fin, los regímenes de primas deben ser revisados con el objetivo de evitar que se tomen riesgos inconsiderados sin una cierta prudencia.

En cuanto a las consecuencias de esta crisis sobre la economía real, parece que los expertos económicos de todo el mundo hubieran sido golpeados por un exceso de timidez. Casi todos los institutos de prospectiva económica revisan a la baja las previsiones de crecimiento de los países desarrollados para 2008 y 2009. Pero nadie se atreve a decir claramente si Europa esta amenazada por una recesión económica o no. Ciertos síntomas no obstante no engañan. En el caso de la Unión Europea una recesión este año, o el próximo, tendría dramáticas consecuencias.

La creciente desigualdad social se ha producido paralelamente a un constante crecimiento del sector financiero. Es verdad que los progresos tecnológicos han contribuido de modo significativo a mayores diferencias salariales, favoreciendo la mano de obra altamente cualificada. No obstante, las políticas mal diseñadas han agravado este problema. Hoy, el capital financiero representa quince veces el Producto Interior Bruto (PIB) de todos los países. La deuda acumulada de las familias, las empresas financieras y no financieras, y de las administraciones públicas americanas representa más de tres veces el PIB de los Estados Unidos. El doble de lo que representaba durante el crac de la Bolsa de 1929.

El sistema financiero ha acumulado una gigantesca masa de capital ficticio, pero solo ha mejorado en muy poca medida las condiciones de vida y la preservación del medio ambiente. Esta crisis financiera ha permitido visualizar mucho mejor las enormes desigualdades sociales, que no han dejado de incrementarse en las últimas décadas. Es una ironía que los salarios y las primas de numerosos directores generales hayan crecido exponencialmente mientras que los beneficios de sus empresas se estancaban o descendían. ¡La ética de estos comportamientos es claramente mejorable!

La libertad de mercado no puede ser ajena a la moral social.

Adam Smith, padre del liberalismo económico, también escribió la Teoría de los sentimientos morales (PUF, 1999) y Max Weber estableció una relación entre los valores morales del trabajo y el avance del capitalismo. Un capitalismo decente (esto es un capitalismo respetuoso de la dignidad humana, según las palabras de Amartya Sen) requiere una intervención pública eficaz. La búsqueda del beneficio constituye la esencia de la economía de mercado. Pero cuando todo esta en venta, la cohesión social se pulveriza y el sistema se hunde. La crisis financiera actual reduce la capacidad de Occidente de iniciar un diálogo más constructivo con el resto del mundo sobre los desafíos mundiales, sobre la gestión de los efectos de la globalización y del recalentamiento del planeta, mientras que el extraordinario boom económico asiático plantea nuevos desafíos sin precedentes.

Los aumentos espectaculares de los precios de la energía y de los alimentos han agravado los efectos de la crisis financiera y son un mal augurio. Es muy significativo que los fondos especulativos hayan contribuido al alza de los precios de los productos básicos. Los ciudadanos de los países más pobres serán los más perjudicados. Nos arriesgamos a un aumento sin precedentes de la pobreza, a una proliferación de "estados fallidos", a flujos migratorios crecientes y a la aparición de nuevos conflictos armados.

Algunos claman alto y claro que Europa cuenta con "economías sólidas", con un mejor control financiero y una mayor reglamentación que en los Estados Unidos. Podríamos decir que es así. Pero no olvidemos los problemas crecientes de los mercados inmobiliarios en el Reino Unido, España e Irlanda, y el desánimo económico que se expande por toda Europa. Al mismo tiempo nacionalismo económico y populismo van viento en popa.

Los responsables europeos, tanto a escala de la Unión como a nivel nacional, deben aportar una respuesta firme a la actual crisis financiera. Estamos necesitados de pragmatismo, pero también de una visión amplia y cooperativa en la busqueda de objetivos comunes.

Europa debe estudiar esta situación e identificar las consecuencias previsibles en el corto y largo plazo, a fin de elaborar propuestas de gobernanza global que permitan resolver los efectos y las causas profundas de esta crisis.

Ya es hora de crear un Comité Europeo de Crisis que reúna a representantes políticos de alto nivel, a antiguos jefes de Estado y de gobierno, a ministros de economía, así como a economistas de renombre y expertos financieros de todos los continentes. Las tareas de este comité deben ser:

- Analizar detalladamente la crisis financiera en el amplio contexto detallado anteriormente.

- Identificar y evaluar los riesgos socioeconómicos que comporta la crisis financiera para la economía real, en particular en Europa.

- Proponer una serie de medidas al Consejo de la UE a fin de evitar, o al menos limitar, estos riesgos.

- Presentar al Consejo de Ministros de la UE, a los Estados miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, al Director General del FMI, y a todas autoridades e instituciones concernidas una serie de propuestas a fin de limitar los efectos de la crisis, y preparar una Conferencia Económica Mundial con el fin de replantearse las actuales regulaciones del sistema financiero internacional y de la gobernanza económica mundial.

En 2000, nos pusimos de acuerdo para hacer de la Unión Europea la región más competitiva del mundo. Esta ambición la hemos reiterado en 2005. Debemos garantizar que la competitividad de Europa sea sostenida y que no este amenazada por los mercados financieros. Debemos actuar, sin mayor dilación, por nuestros ciudadanos: para incrementar las inversiones, para impulsar el crecimiento económico, para avanzar en la justicia social, para lograr nuevas oportunidades de empleos; y en definitiva, por un futuro mejor para todos los europeos.


Firman el articulo:

Jacques Delors y Jacques Santer, ex presidentes de la Comisión Europea; Helmut Schmiidt, ex canciller aleman; Máximo d'Alema, Lionel Jospin, Pavvo Lipponen, Goran Persson, Poul Rasmussen, Michel Rocard, Daniel Daianu, Hans Eichel, Par Nuder, Ruairi Quinn y Otto Graf Lambsdorf.