El pasado jueves, 10 de junio, Felipe González fue entrevistado en Televisión Española por esa magnífica periodista que es Ana Pastor en el programa Los desayunos de televisión española. Apareció un Felipe exultante, extrovertido, potente, y en no pocos momentos dijo verdades como puños. De hecho, hubo unos momentos que llenaba toda la pantalla y otras situaciones en que parecía que estaba charlando desenfadadamente dentro de la casa del televidente. Nuestro hombre que, constantemente repitió la necesidad de ampliar la vista hacia el espacio europeo compartido, dejó sentado la distancia que hay entre un político con punto de vista (sea compartido o no) y algunas levas de hoy que se han formado en una descuidada lectura de recortes de prensa.
Pero Felipe –que es mucho Felipe— inquieto, tal vez, de estar bien en la conversación, soltó una trola de tamaño caballuno. Tras afirmar que la famosa huelga del 14 de diciembre de 1988 fue la mayor que se ha hecho en la historia española añadió con una pícara sonrisa que “había sido negociada entre los sindicatos y los empresarios, y que el tiempo de huelga fue posteriormente recuperado en los centros de trabajo”. Una afirmación tan falsa como los viejos duros sevillanos. No fue una improvisación: lo repitió varias veces.
Recuerdo perfectamente aquella gran movilización. Mi querido amigo Justo Domínguez, secretario general de Ugt de Catalunya, y un servidor presidíamos el comité de huelga. Pues bien, puedo afirmar y afirmo que lo dicho por Felipe González es un mendaz ajuste de cuentas contra aquella huelga. Y lo mismo podrían decir al respecto Antonio Gutiérrez y Nicolás Redondo.