11 May 2010

EL CONDE DE OXFORD, ANTONIO PÉREZ Y LAS OBRAS DE SHAKESPEARE

La vertiente española de una vieja polémica.
José Carrillo de Albornoz Fábregas
Iniciada de modo formal en la Inglaterra victoriana,1 la ya secular polémica sobre la verdadera identidad del autor de las obras de Shakespeare se avivó definitivamente en 1920 con la aparición del libro de J. Thomas Looney "Shakespeare identificado", cuyas abundantes secuelas y derivaciones culminaron con la obra de Charlton Ogburn publicada en 1984. El tema ya ha sido desmenuzado en sus puntos esenciales en un número reciente de esta revista (vid. Historia 16, nº 333, enero 2004) y a ella nos remitimos. Con poderosos argumentos que hasta el presente no han sido rebatidos de modo racional, 2 Ogburn concluía, siguiendo a Looney, que Edward de Vere, 17º conde de Oxford, había sido el verdadero autor de las obras de Shakespeare.

El presente trabajo pretende añadir algunas nuevas razones a las tesis "oxfordianas" de Looney y Ogburn, abordando la vertiente española del caso, que no fue considerada, en su día, por estos autores.

Una boda aristocrática y otros festejos

"El sueño de una noche de Verano", la mejor de las comedias de Shakespeare en opinión de Gilbert K. Chesterton, fue estrenada el 26 de enero de 1595 en la corte isabelina - en Greenwich Palace - con ocasión de una boda aristocrática de campanillas, que contó con una invitada del máximo relieve: la misma reina Isabel, cuya mera presencia daba un realce especial a la fiesta por el carácter excepcional de su asistencia a actos de este tipo. Se da por sentado que no faltaría la música y el baile en estos festejos, ya que tanto la soberana como el padre de la novia eran reconocidos melómanos y buenos danzarines, aunque el cronista contemporáneo no pueda evitar caer en el anacronismo de evocar los acordes de unas melodías - marcha nupcial incluída - que aún estaban por componer; porque esta tarea le correspondería hacerla a Felix Mendelssohn dos siglos y pico después 3. Pero volvamos a la boda, a los contrayentes y a sus circunstancias.

El novio era William Stanley, que habría de heredar poco después el título de conde de Derby. 4 Y la novia, ahijada de la reina, era Elizabeth de Vere, nacida en julio de 1575 e hija mayor de Edward de Vere, 17º conde de Oxford y de su esposa Anne Cecil. Esta última fue siempre la preferida de su padre William Cecil, lord Burghley, el sempiterno primer ministro de la soberana inglesa y su hombre de confianza desde su acceso al trono.

No disponemos, naturalmente, de la lista de invitados a la ceremonia y a los festejos que la acompañaron; pero sí nos consta documentalmente - por cartas y testimonios que se conservan - la asistencia de numerosos miembros de la nobleza, la política y la cultura. Interesa aquí destacar a tres de estos invitados: el pariente de la reina y su favorito desde 1584, Robert Devereux, 5 conde de Essex, su secretario Anhony Bacon, hermano mayor del filósofo y escritor Francis Bacon 6 y el español Antonio Pérez, 7 fugitivo ex secretario de Felipe II de España, amigo personal de los Bacon y huésped del conde de Essex. La presencia de Pérez en estas fiestas está atestiguada por la correspondencia cruzada entre los hermanos Bacon en la que Anthony confirma a su hermano - que estaba proscrito de Londres en aquel momento - que Antonio Pérez ha podido ver a la reina bailando (Ungerer, 1975).

Antonio Pérez había llegado a Inglaterra como emisario del rey de Francia y fue recibido como tal en la corte isabelina. La misma reina, que hablaba el castellano, departió con él, a solas, en las varias audiencias que le concedió. Durante los dos años y medio que permaneció en Inglaterra, alojado por el conde de Essex, sus contactos se movieron al más alto nivel del gobierno y de la aristocracia palatina, en la que el conde de Oxford siempre ocupó un puesto relevante. "Pérez disfrutó de todos los privilegios que la etiqueta de la corte confería los embajadores oficiales o a visitantes de la alta nobleza" (Ungerer, 1975).

El conde de Oxford, la lengua española y Antonio Pérez

Pero la boda de lady Elizabeth de Vere no había sido la ocasión del primer encuentro de Antonio Pérez con el conde de Oxford y con las obras de Shakespeare. Dos meses antes se había estrenado en el Gray's Inn Hall, en Greenwich, otra obra de Shakespeare "La comedia de los errores". El Gray's Inn era uno de los selectos colegios donde se impartía formación jurídica y humanística (que incluía la enseñanza de la lengua castellana) a miembros de la élite inglesa; el conde de Oxford, tras graduarse en Oxford y en Cambridge, había pasado un año allí, y allí también se había formado Francis Bacon como abogado. El estreno de la comedia shakespeariana formaba parte de los festejos de fin de año que celebraba el Colegio y que incluían una mascarada sobre las clases de lengua castellana que impartía John Milshew y en la que intervino Francis Bacon. Es natural, pues, que allí se encontraran el conde de Oxford, los hermanos Bacon y el conde de Essex acompañado de su huésped Antonio Pérez, gran aficionado al teatro.

El conde de Oxford, como pupilo de William Cecil con quien se educó, tenía que conocer bien la selecta biblioteca de libros en español que poseía su tutor; también cultivaría esta lengua durante el año que pasó en Gray's Inn. Su conocimiento de la lengua y literatura castellanas ha sido documentado por el profesor Ungerer (1956), que reproduce la dedicatoria que el médico londinense George Baker le escribía en el frontispicio de la versión inglesa de un libro colectivo, publicado en Madrid, sobre las virtudes del aceite de oliva como remedio de múltiples dolencias. La traducción, decía Baker en su dedicatoria, es superflua para "vos, que podeis leer y entender lo mismo en la lengua en la que han escrito los autores"
España y la lengua castellana en las obras de Shakespeare

Está, pues, documentado no sólo el conocimiento mutuo, sino el contacto social frecuente que tuvo que existir entre el conde de Oxford y Antonio Pérez, durante los dos años y pico de estancia del español en la corte inglesa, en la que Oxford tenía un papel prominente. La brillante, al tiempo que compleja y retorcida, personalidad de Antonio Pérez no podía pasar desapercibida para el conde de Oxford. Con estas premisas cobra pleno sentido el contenido del profundo y erudito estudio del profesor navarro Pedro J. Duque,8 publicado en 1991 por la Universidad de Deusto con el título "España en Shakespeare".

Sin tratar de entrar en polémicas y refiriéndose al "Shakespeare" de Stratford, el profesor Duque, en la Introducción de su trabajo, advierte que "parece obligado decir que es muy poco lo que se sabe a ciencia cierta sobre su vida y persona. Tan poco, que no han faltado quienes sospechasen que no fuera el autor de sus obras. Hasta el punto de que, de llegarse a probar un día la identidad del verdadero responsable de las obras de Shakespeare, quizás habría que enfocar desde otro ángulo las relaciones habidas entre él como persona y escritor y España…". Este es el caso, ya que el hecho de dar como buena la tesis de la autoría del conde de Oxford, da sentido y profundidad a muchas afirmaciones de Duque; también da respuesta a cuestiones que en el libro del profesor navarro quedan como interrogantes.

El profesor Duque, partiendo principalmente de los estudios publicados por el erudito Astrana Marín, autor en 1930 de una biografía del hombre de Stratford y de la primera traducción al castellano de las "Obras Completas" de Shakespeare, así como del hispanista helvético Gustav Ungerer (1956 y 1975), se adentra en las múltiples relaciones existentes entre las obras de Shakespeare y la lengua y la cultura españolas.

De entrada, el profesor Duque ya avanza en el capítulo primero de su libro que "habrá que concluir que puede sostenerse casi con plena certeza que Shakespeare sabía el castellano". La pregunta surge de inmediato: ¿Dónde, cómo y cuándo pudo aprenderlo el hombre de Stratford que, según sus biógrafos, no está comprobado que llegara a completar la elemental enseñanza primaria en la escuela pública de su pueblo natal y y que, ligero de equipaje -material y cultural - marchó a Londres para ganarse la vida?

Montemayor y escritores españoles en las obras de Shakespeare

Con "Los siete libros de Diana", obra publicada alrededor de 1559, el portugués Jorge de Montemayor, que había formado parte del séquito que, en 1554, acompañó a Felipe II a Londres para sus bodas con María Tudor, gozó pronto de una fama que se extendería rapidamente por el occidente europeo. En 1561 se realizó una nueva edición de la obra en Amberes y en 1563 y 1564 aparecieron sendas continuaciones de la misma, a cargo de los españoles Alonso Pérez y Gaspar Gil Polo. A las versiones francesa e italiana siguió la traducción inglesa, que se publicó en 1598. Pero antes, hacia 1584, se conoció la que se considera como la primera de las comedias de Shakespeare: "Los dos hidalgos de Verona". Duque cita a la autoridad de D. Marcelino Menéndez Pelayo cuando escribe que "el mayor triunfo de Montemayor en Inglaterra consiste en haber sugerido a Shakespeare el argumento de una de sus obras dramáticas". Efectivamente, tanto el argumento como muchas situaciones y detalles de la comedia de Shakespeare están tomados de la "Diana" de Montemayor, según va puntualizando de modo minucioso el profesor Duque, que también señala la influencia, tanto de la Diana como de sus secuelas citadas, en otras obras shakespearianas e incluso en los admirables y polémicos "Sonetos".

Pero no es ésta la única obra española que Shakespeare tuvo que conocer en su original castellano. También en los Sonetos encuentra Duque influencias y similitudes con obras castellanas no traducidas, por entonces, al inglés. Sirvan de ejemplo las analogías, que van más allá de la simple y casual coicidencia, que encuentra Duque en la lectura comparada del soneto LX y las "Coplas a la muerte de su padre" de Jorge Manrique, que gozaron de varias ediciones castellanas en los siglos XV y XVI pero que tardarían mucho tiempo en conocer una versión inglesa.

Antonio Pérez, personaje de Shakespeare

En opinión de muchos exégetas, la comedia más personal de Shakespeare es "Penas de amor perdidas", una de las primeras de su autor, que fue revisada de modo definitivo hacia 1597. Sin entrar en interpretaciones ni comentarios que no son del caso aquí, la traemos a colación porque existe un cierto consenso - siempre difícil de encontrar entre críticos y estudiosos de cualquier aspecto de la obra shakespeariana - sobre la identificación de uno de los protagonistas de la comedia, el "fantasioso español Don Adriano de Armado", definido así en el reparto inicial de la obra. A través de 15 páginas de su libro, el profesor Duque analiza al personaje y llega a la conclusión - que ya había sido apuntada y justificada por Ungerer - de que Don Adriano de Armado no es sino una caricatura de Antonio Pérez.

El análisis que Duque hace de la comedia llega hasta el detalle de puntualizar que, entre los 18 personajes que aparecen en el reparto, que encabeza el rey Fernando de Navarra, la figura de Armado destaca notablemente sobre las demás: de las 2733 líneas de que consta la comedia, 850 de ellas son las que dice el propio Armado o que se refieren a él. En la escena 1ª, es el rey de Navarra el que habla a sus nobles del "magnífico Armado" y les lee una extensa carta suya que acaba de llegar. La escena 2ª del primer acto ya la inicia Armado, en diálogo con su criado. Y es Armado quien cierra el final de la obra. En su retrato se derrochan pinceladas que van siendo desgranadas a lo largo del texto. Pero los rasgos más salientes de su personalidad serían, sin duda, la exageración y la fanfarronería, así como la afectación en cuanto habla, que es mucho, y escribe. Todos los detalles, grandes y pequeños, cuadran con la figura bien conocida de Antonio Pérez. Y el hecho de que la revisión de la comedia de Shakespeare apareciera después de la marcha de Pérez de Inglaterra - ya que su presencia habría podido dar lugar a situaciones embarazosas - reafirma la convicción de que es él, efectivamente, el objeto de la caricatura shakespeariana y de que ésta fue trazada por una persona que lo había conocido y tratado de cerca, cosa que no podía estar al alcance de un actor de teatro, cuyo status social estaba entonces muy distante del mundo de la élite cortesana en que se movía Antonio Pérez.

Paideia

Como colofón de estas páginas, parece conveniente rememorar de modo especial una de las 17 premisas que llevaron a Looney a encontrar al conde de Oxford como el hombre que, a juzgar por el análisis de toda la producción shakespeariana conocida, debió ser el autor de tales obras maestras. Y este requisito al que debía ajustarse el posible autor era el de estar en posesión de una educación superior y tener estrecha relación con otros hombres educados. La educación que se trasluce en el autor a través de la lectura de las obras de Shakespeare es, quizás, la más aproximada a la "paideia" de la Grecia clásica, la educación plena (incluso en el aspecto físico y deportivo) del hombre. Sólo esta educación permite, y esto en muy contadas ocasiones, alcanzar ciertas cimas del espíritu. Así lo expresaba en 1933 un clásico de la cultura contemporánea, Werner Jaeger, en su monumental "Paideia":

… el poema de Dante, aunque condicionado por el tiempo, se eleva, por la profundidad y la universalidad de su concepción del hombre y de la existencia, a una altura que sólo alcanza el espíritu inglés en Shakespeare y el alemán en Goethe.

La educación recibida y adquirida por Edward de Vere, perfectamente conocida y documentada, es comparable, si no superior, a la que siglos antes había tenido el Dante o mucho después habría de tener Goethe. Tal educación contrasta ostensiblemente con la carencia de la misma que, según todos los datos disponibles, pudo tener el actor de Stratford upon Avon. Este es, en última instancia y en opinión del autor de este trabajo, un argumento difícil de rebatir.

Edward de Vere, 17º conde de Oxford, falleció el día 4 de julio de 1604 en sus dominios de Hacney, en las afueras de Londres, en cuya iglesia recibiría sepultura dos días después. Su cuarto centenario nos invita a la reflexión sobre el misterio de este personaje y de las obras de Shakespeare.

Referencias y bibliografía


Andrews, John F. (Ed.) : Shakespeare's World and Work.
Charles Scribner's Sons. New York, 2001.
Bate, Jonathan : The genius of Shakespeare.
Picador. London, 1997.
Duque, Pedro J. : España en Shakespeare.
Universidad de León. Universidad de Deusto, 1991.
Hammer, Paul E.J. : Sex and the Virgin Queen: Aristocratic Concupiscence and
the Court of Elizabeth I. En "The Sixteenth Century Journal" Vol.XXXI, No.1.
Truman State University. Kirksville, Missouri, 2000.
Jaeger, Werner (1933) : Paideia
Fondo de Cultura Económica. Madrid, 1985.
Looney, J. Thomas (1920) : "Shakespeare" identified as Edward de Vere,17th Earl of Oxford.
3rd edition. Kennikar Press. Port Washington, N.Y., 1975.
Marañón Gregorio : Antonio Pérez
(3ª edición revisada). Espasa. Madrid, 1951.
Ogburn, Charlton (1984) : The Mysterious William Shakespeare. The Myth and the Reality.
(2ª edición, 5ª reimpresión) EPM Publications, Inc. McLean Virginia, 1998.
Shakespeare, William : The Complete Works
(Ed. by Stanley Wells and Gary Taylor)
Oxford University Press. Oxford, 1986.
Shakespeare, William : Obras completas.
(Traducción, introducción y notas de Luis Astrana Marín)
Aguilar. Madrid, 1951
Shakespeare : The Sonnets. Sonetos de amor.
Texto crítico y traducción en verso de Agustín García Calvo.
Anagrama. Barcelona, 1974.
Strachey, Lytton (1928) : Isabel y Essex.
Lumen. Barcelona, 1984.
Ungerer, Gustav : Anglo - Spanish relations in Tudor Literature.
Francke Verlag. Bern, 1956.
Ungerer, Gustav : A Spaniard in Elizabethan England: The Correspondence of
Antonio Perez's Exile.
Tamesis Books Limited. London, 1975.
Wagner, John A. : Historical Dictionary of the Elizabethan World.
Checkmark Books. New York, 2002.

Recuadros en el texto:
a/ Los 17 requisitos de Looney
Características generales
1 - De genio reconocido, pero misterioso
2 - Excentricidad aparente (para sus contemporáneos)
3 - Un hombre aparte y nada convencional
4 - Aparente inadecuación con su entorno
5 - Gustos literarios pronunciados y conocidos
6 - Entusiasmo por el drama teatral
7 - Poeta lírico de talento reconocido
8 - De educación superior y asociado a otros hombres educados
Caracteres especiales
1 - Hombre con conexiones feudales
2 - Miembro de la alta aristocracia
3 - Conexiones con sectores "lancastrianos"
4 - Entusiasta de Italia
5 - Practicante de deportes, incluyendo la cetrería
6 -Amante de la música
7 - Descuidado e imprevisor en cuestiones monetarias
8 - Dubitativo y más bien conflictivo en su actitud hacia las mujeres
9 - De probables inclinaciones católicas aunque tocado de escepticismo.
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b/ El veredicto de tres magistrados del Tribunal Supremo de los Estados Unidos.
Mr. Justice Lewis F. Powell Jr. : Nunca he creído que el hombre de Stratford upon Avon escribiese las obras dramáticas de Shakespeare. No sé que exista evidencia admisible de que saliera jamás de Inglaterra o de que recibiese una educación en el sentido normal del término. Uno debe preguntarse, por ejemplo, cómo podría este hombre haber escrito "El mercader de Venecia".

Mr. Justice Harry A. Blackmun : Los oxfordianos han presentado una argumentación muy fuerte - casi totalmente convincente - a favor de su punto de vista. El debate continúa y es bueno que así sea. Estamos faltos de este tipo de iluminaciones en estos tiempos sombríos. Si tuviese que dictaminar sobre las evidencias presentadas, mi voto sería favorable a los oxfordianos.

Mr. Justice John Paul Stevens, hablando en 1987 en la American University, confesaba tener "dudas persistentes y lacerantes incertidumbres" sobre la ortodoxa atribución de las obras de Shakespeare. En su conferencia en la Wilkes University en 1991, al contrastar el caso del conde de Oxford
como autor de las obras de Shakespeare "quienquiera que pueda ser", con el del Shakspere de Stratford, el primero se muestra como notablemente persuasivo.

(Testimonios citados en el frontispicio de la segunda edición (1992) del libro de Ogburn)
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c/ The Tempest, última obra, el misterio de las Bermudas
d/ Los Bacon, el conde de Essex y Antonio Pérez
e/ Los Cecil y su entorno familiar.